Con la turbulencia que baña los viernes a las calles de Chapinero en Bogotá y con la sed de sonidos locales (por supuesto también de cerveza), el fin de semana pasado conseguí adentrarme en las restauradas instalaciones de Back Stage Bar para seguir apreciando de cerca uno de los cicloconciertos del festival Antiroscas en su versión 11. La jornada nocturna pretendía buenas cosas y de hecho así fue: Cocoa Sirens, Héctor Cast y Elizabeth Hills, regalando ofrendas por y para la música supieron darle color sonoro al escenario. Tres estilos distintos, un juego atípico de los estados anímicos en el público y el cierre con los covers a lo Chili Peppers de When Sheep Go Black quedaron en las retinas de los oídos y los tímpanos de las miradas expectantes tres días con sus noches atrás:
Cocoa Sirens
Como un meteroro que comienza empujado por los artistas que coexisten en el interior de sus músicos, Cocoa Sirens sabe jugar limpio con el rithym and blues, algunos tintes de jazz, aires de funk y lo audaz del Rock and Roll; sabe también captar la atención y ubicar en escena exactamente lo que quiere. El impulso dado por una reconocida compañía de telefonía móvil para que sus grabaciones quedaran impresas en los estudios Audiovisión, profundiza la intención profesional del conjunto. Una parte de la tarea es hacer las cosas con calidad. La otra, perdurar.
Héctor Cast
Un, dos, tres...el silencio guardó silencio y de pronto los vientos de la Cast Band se apropiaron de la jovialidad existente. Lo de ellos son las aproximaciones al reggae, el ska y los ingredientes latinos (es más lógico si se tiene en cuenta el orígen caleño de su vocalista). Con alegría imperante aunque con cuota nostálgica a la memoria de Juan Gabriel, Héctor y compañía mantuvieron la energía casi a tope del ambiente. Con una intención vocal óptima pero con proyección de ser mejorada, un grato muy grato aporte de la banda, fue su homenaje a los también oriundos del Valle, Superlitio, precisamente una clave para crear legado desde lo nacional, emblema de El Rock de la Kasa.
Elizabeth Hills
La transición hacia terrenos de lo inexplicable musicalmente hablando, estuvo a cargo de la muy joven agrupación local que tiene nombre de mujer, pero que no se refiere a nadie en especial: Efectos electrónicos con un propósito sensorial cercanos al enigma, una voz singular y un contexto lírico algo etéreo e introspectivo caracterizan a esta banda, claro está, si la música se describiera desde las letras y no desde el sonido, como no debe ser.
Con When Sheep Go Black el matiz de la velada cerró homenajeando al rock que trajo a colación desde The Beatles hasta los Red Hot Chilli Peppers, buena para el alma fiestera, pero dura para lo nacional, donde lo más interesante es lo que se compone originalmente. El rock con sello made in Colombia, aun espera. ¿Quiéren saber algo más sobre lo dicho por los protagonistas de este toque? Tengan un poco de paciencia. Todavía tenemos algo más para ustedes, así que no dejen que sus sentidos se extravíen de este blog. Siempre atentos, ya lo saben.
*Fotos por el autor de esta nota
Joel Cruz
Editorial
El Rock de la Kasa
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